La gorda Rampolla; esa sexóloga que las cuenta todas y no vivió ninguna (yo no soy adiposito-fóbico, pero ¿vieron bien a esa mujer? No me vengan con el comentario barato: “es preciosa de cara”, porque esa mentira que dicen para intentar consolarse - ya que es ÉSE organismo el que está en la tele y no el suyo- no la creo), parece que no estudió uno de los capítulos del libro, ya que jamás la escuché hablando de este tema:
EL ORGASMO “MUTE”
No. No es una alteración genética del momento del clímax. Olvídense del verbo “mutar” y piensen en un control remoto de TV. Esa clase de “mute” es a la que hago referencia.
No tengo puerta en mi cuarto, y aunque está un par de metros por encima de la cabeza del resto de los habitantes de esta casa (hogar no, simple edificación compartida por personas con coincidencias sanguíneas), cualquier ruido que emita se escucha clarísimo. Como si tuviesen puestos los auriculares de Teleshopping. Ésos que promocionaban, más que como una solución a la sordera, como la mejor forma de chusmear conversaciones ajenas.
Todas las actividades que pueden generarme vergüencita, las realizo en extremo silencio. Marcel Marceau es un bebé de pecho comparado conmigo en esas situaciones. Es por esta razón que escuchar algún tema con exceso de trompetas, discutir vía telefónica, mirar pornografía oriental o jugar a tomar el té con mis muñecas, se han convertido en actividades tabú. Son procesos ocultos con la barrita de volumen en rojo.
Eso lo puedo tolerar, llevo mucho tiempo conviviendo con la ausencia de puerta en mi habitación, por lo cual estoy bastante acostumbrado a realizarlas con volume off.
Pero ahora, que las féminas se han liberado y no tienen filtro cuando les atacan las ganas de revolcarse; y por esa elección random que hacen, a veces hasta me toca a mí ser su compañero de chanchadas, he descubierto los inconvenientes de este habitáculo no aislado.
En el momento de la charla inicial no hay por qué reprimirse. Hablo a volúmenes normales, y a veces hasta elevo la voz en demasía para que sepan (los de abajo) que todo está transcurriendo según los mandatos eclesiásticos (nunca citados, pero siempre exigidos indirectamente en esta casa).
Ingenuo yo, contando mis logros y proezas académicas (ojalá tuviese alguna de otro tipo para ofrecer en el relato), mientras ellas, ávidas de buen sexo (cosa que jamás tendrán conmigo, tontuelas) ven un compendio de espermatozoides hablar y hablar y hablar, y solo esperan el momento en que ese anónimo porta falo se les abalance cual fiera del Discovery Channel.
Pasado el protocolo de “conocerse” (como si a alguno de los dos - o de los tres cuando estoy con suerte – le interesara lo que el otro tiene para decir) es momento de ponerle un poco de ajíes putaparió a la charla. He aquí el inicio de la etapa incómoda. Cuando la cosa se pone picante; sin que ellas lo noten, disminuyo paulatinamente los decibeles de mi voz hasta llegar a un susurro compartido. Cuando se percatan del hecho, es demasiado tarde. Estamos hablando a una distancia tan corta que, antes de preguntar el por qué de tan extraña situación, me prendo cual sanguijuela de pantano y chau pinela.
Todo marcha bien (dentro de la mediocridad de acostarse conmigo, pero “bien” al fin) hasta que, entregados al placer y haciendo gala de todo nuestro reprimido hedonismo, hay que ponerle un punto final al asunto.
Es ahí cuando descubro si una mujer es mentirosa y solidaria, o realista y cruel.
Si es de las primeras, va a gritar como loca, para hacerme sentir que soy un buen amante (la estadística me ha demostrado que no entro en la liguilla, así que ni te molestes querida), y sólo conseguirá que me ofusque por estar escuchando yo (y el resto de las viejas chusmas que viven en este lugar) sus desesperados alaridos de “placer”.
Si es de las realistas y crueles, me besará en la mejilla, quizás me abrace con compasión y pena, y en silencio saldrá de mi casa mientras yo, tomando una malta y mirándome al espejo, espero que la aleatoria selección de alguna mujer sin filtros, me regale otra noche de silencioso placer.
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"Como si tuviesen puestos los auriculares de Teleshopping. Ésos que promocionaban, más que como una solución a la sordera, como la mejor forma de chusmear conversaciones ajenas".
ResponderEliminarJaja, no puedo creer que te acuerdes de eso! "Se puede escuchar hasta un alfiler cayendo...pero no escuche conversaciones ajenas porque está prohibido". Y ahi te daban toda la iniciativa para que si los comprabas lo hicieras...yo me compré el Revo-Styler, una suerte de cepillo rotatorio de brushing. Falleció al mes. Desde ahi (aunque en realidad, desde siempre) Teleshopping perdió mi credibilidad. Aunque dos por tres me pregunto si el famoso Celluless servirá. O la juguera de Jack Lalanne. O tantas otras cosas más. Y la voz del señor que habla en las publicidades...siempre fue la misma, desde que tengo recuerdo.
Los gritos de las minas cual película porno me parecen totalmente falsos. Por otro lado me quedé pensando que en ese momento no sólo hay ruidos "humanos" , o tu cama no hace nada de ruido?, la cabecera no golpea contra la pared? Eso es difícil de disimular.
ResponderEliminarSilenciosamente, esos
Tener un blog rosado es para "raritos", dicho esto, poné la música fuerte, valor. Así, aparte, te echás uno rítmico.
ResponderEliminarMuy bueno.
sin exagerar y sin disimular, gemir despacito esta bueno
ResponderEliminarno hay nada como la arriesgadita...
ResponderEliminarQuerido, cuanta razón en tus palabras...
ResponderEliminarJotapé, todo bien con la musiquita en la previa, pero desconcentra, y mas en el caso mencionado por Bigotin...
Ahora...comparto la situación, mi cuarto es peor porque es el 2º piso y de madera (casi flotante) cada paso es sabido por la planta baja... comedor, ademas sitio donde se reclutan frente al tv todo el día... asi que no solo los sonidos son problema para mi... sino que ademas me acostumbre a Slow...
Con nuestros forzados aprendizajes en cuanto al sexo calmo... ni hablar que somos originales...
Saludos!!!
Pone Led Zeppelin... no desconcentra!
ResponderEliminarvery funny guy
ResponderEliminarvenís parejito, porquería
vos hiciste un pacto con el de los cuernos
admitilo
jajaja, a la amiga de una amiga también le ha pasado tener que ponerse mute y/o de cara a algún almohadón...
ResponderEliminarbuen post!
bueno, capaz que es bueno no tener puerta ... y lo digo por lo de "Estamos hablando a una distancia tan corta que, antes de preguntar el por qué de tan extraña situación, me prendo cual sanguijuela de pantano y chau pinela".
ResponderEliminarPrende la radio macho y grita como tarzan en celo
QUERIDO TE ENTIENDO!!! PARA ESAS COSAS NO HAY COMO MORDER LA ALMOHADA!!!
ResponderEliminarLo peor es tener puerta en el cuarto.
ResponderEliminarPero... una puerta corrediza de plástico
que es lo mismo que no tener nada.
Mi vida es un mute!
"La gorda Rampolla". Yo creo que habría que eliminar este post o reescribirlo, completamente.
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