sábado, 29 de agosto de 2009

Qué será... será...

Perder la heladera de Via Confort y llevarte a casa un chancho.
Caer al agua después de cantar a viva voz: “El tiempo que duró nuestro amor”.
Verte en el SE BUSCA y no llegar a tiempo al canal, por vivir en Las Piedras (y así perderte otra heladera con freezer).
Estas desgracias (que generaron una herida que creí cicatrizada), no se comparan con las desventuras que me aquejan hoy en día.
Ahh, pero a vos te encanta hacerte la víctima – dirán.
Es como acusar a un hemipléjico de querer “hacerse el Stalone”.
No me jodan. No sean injustos.
Tengo mala suerte; listo. No hay nada por detrás. No le busquen la quinta pata al gato (ni la segunda a Darío Silva.).
Si estoy jugando a la conga, soy el rey del doble par. Si sale una rueda de truco, me tocan los dos comodines. Si estoy en una orgía, soy el que saca las fotos.
Una vez fui a una bruja, y me dijo que si la DGI se entera, me lleva preso por evasor. Tengo más trabajos encima, que neuronas activas Julio Alonso*

Lo acepto. Aprendo a convivir con ello.
Antes, estar a 10 metros de la parada y ver como pasaban las tres líneas de ómnibus que me servían (cosa que pasaba todos los santos días y me obligaba a esperar 20 minutos más), me alteraba mucho.
Hoy, lo veo como algo rutinario. Y si por esas casualidades llego y hay un colectivo en la parada, no me lo tomo. Por si acaso, ¿viste? No voy a andar tentando al destino. El resto de la gente no tiene nada que ver. No me voy a subir y llevarme conmigo 40 víctimas más en el accidente fatal del que seguramente sea protagonista dicho colectivo.

En la actualidad, no tener tendinitis está de menos. Como confeso adicto a Galería, no me quejo de esa patología, la soporto con hidalguía**
El sexo dejó de ser placentero hace años. Más que tortuoso y estresante, copular en estos tiempos, es como que te estén estrujando los testículos (Cuando no literalmente. Ya que de vez en cuando me acuesto con aquella ex novia adicta al sadomasoquismo que me deja las uvas como dos pasas de idem).

De todos modos, hay una sola cosa que me alegra y en cierto grado consuela. El muy hijo de puta que hace unos años me dejase sin refrigerador, y truncara en el “Cante o Nade” mi sueño de ser una estrella pop, está internado y con mucho mejor suerte en el truco que yo.
19 buenas y tres del mismo palo en la mano.
Suerte Arturo.
See you in hell.







* Es decir: dos
** Como verán, también soy adicto a las frases cacofónicas.

lunes, 24 de agosto de 2009

... no hay, vino y cerveza. No hay milanesas...

¡Nunca miré a Camila! ¡Te lo juro! Para mí, las novias de mis amigos, tienen bigotes – dije a modo de alegato

Ahí se puso como loco, me habló del problema hormonal de su enamorada y conectó con gran precisión, un puñetazo que desfiguraría parcialmente la mitad derecha de mi rostro.
Como pude puse en marcha mi bi-rodado y me alejé a gran velocidad. Mis brazos se cansaron después de haberme trasladado dos kilómetros, y dejé que la inercia detuviera la silla.
No podía entender como ese canalla le pegaba a un tipo de gafas. Él sabía de mi presbicia, y aunque de contacto, eran lentes de todas formas.

Ser paralítico nunca me privó de tener una vida normal. Los infartos cerebrales sí.
Era el orgullo del hospital. Las cocineras me querían muchísimo y se sentían halagadas con cada una de mis visitas al nosocomio.
- Se le hace agua la boca con mi pastel de carne – decía Gloria con una expresión en el rostro de orgullo y soberbia.
Las demás se morían de envidia, pero sonreían falsamente.
Ninguna de ellas supo jamás que la baba que emanaba de mis bruces cada vez que Gloria traía su platillo fetiche, no era más que un principio de epilepsia causado por mi alergia a los clavos de olor (que en una de mis internaciones largas, me contó Gloria, eran el secreto de su manjar).

Julio vino a pedirme perdón, cuando se enteró que Camila lo estaba cagando con otro paralítico, que según dicen en la APUQPMLB.LCNDUAB (Asociación de Paralíticos Unidos que Pueden Mover los Brazos. Los Cuadripléjicos Nos Dan Un Asco Bárbaro), no necesita las piernas para mantenerse en pie. El apéndice que le cuelga de la ingle es la envidia de cualquier prótesis ortopédica.

Pero ya era demasiado tarde. Sus lamentos no me conmovieron. Le levanté el dedo que me quedaba en la mano derecha (que por suerte era el mayor), y aunque no sabía lenguaje de señas, comprendió el mensaje perfectamente.
Dije “Misión Cumplida. Me siento superior a este imbécil, le di su merecido. En este mundo no tengo nada más que hacer. Voy a disfrutar de los placeres del paraíso”. Pero como era mellado, nadie me entendió. Vaya sorpresa se llevaron al verme agarrar la pistola del armario de papá.
Me maté, convencido que lo que venía era mejor.

En el cielo, tu alma viene con los mismos defectos físicos que tenías en la tierra.
El puto de San Pedro hace un show de stand up comedy todas las noches, y hace dos semanas que me tiene en la vara.
Stephen Hawking, se regocija en un rincón.