sábado, 28 de febrero de 2009

Si Traverso grita 'gol'

Dale, vení a jugar a la pelota conmigo. Si no te cuesta nada. Además vos te divertías pila haciéndolo. ¿Te acordás?
Si, ya sé que ahora tenés 22 años y ya no está entre tus prioridades mostrarle al tío cómo haces un golazo de cabeza contra el ángulo; pero es que eran tan lindas esas épocas.
¿Qué? ¿Que tengo 3 años más que vos nomás, y que esa admiración que sentías cuando niño, desapareció al darte cuenta que soy un frac… un “fracasado” -lo dijiste, sí, lo dijiste pendejo hijo de una gran puta!- que vive una eterna adolescencia y que nunca se acostó con una mina sin que hubiera dinero mediante?
Ahh, bueno. Ta… Si es así, no vengas nada. Juego solo contra la pared.
Total… ni tan buen remate de tres dedos tenías.

jueves, 26 de febrero de 2009

miércoles, 25 de febrero de 2009

Refrite, no plagio.

Mi vida es un granito

Muchos pensarán que el título hace referencia a algún problema en mi epidermis. No. Éste no refiere a ninguna anomalía facial. Digo que “mi vida es un granito”, un granito de arroz. En mis cortos 17 años de vida la imagen que más he visto es la de un plato lleno de esos lindos cereales insípidos.
Como ya sabrán los que me conocen (y los que no, se están enterando), nunca me interesé en adquirir conocimientos culinarios, y esto queda evidenciado en mi casi inexistente masa muscular. Si bien es cierto que nunca me preocupé por llevar a cabo una sana alimentación, mi madre tampoco hizo mucho. Ella, una mujer trabajadora, maestra (aunque no por vocación, ya que ni bien tuvo la chance de establecerse como directora y dejar de lidiar con esas clases llenas de “pendejos hinchapelotas”, lo hizo), nunca tuvo tiempo (ni ganas) de complicarse con la elaboración de las comidas. Es por este motivo que no recuerdo un solo día de mi infancia o adolescencia en el cual no haya encontrado en mi plato, al menos una (abundante) porción de arroz. Toda carne iba acompañada con arroz, los guisos siempre de arroz, la sopa del invierno estaba preparada con arroz; muchas veces, llegaba del liceo, miraba la mesa, veía croquetas, me ilusionaba, pero no… también eran de arroz.
Al desayuno, galletas de arroz. En los momentos de prosperidad económica, arroz amarillo (con azafrán). Así transcurría mi vida, nos sentíamos afortunados los días que encontrábamos algún restito de aceite para condimentar aquel repetido alimento.
Hoy en día, postrado en esta cama de hospital, no puedo moverme, estoy amarillo (y no por el azafrán). Los médicos dicen que es a causa de la hepatitis fulminante que contraje (por contacto cutáneo con un negro) que me deja solo 24 horas más de vida. Yo se que esa no es la razón, estoy amarillo por la obscena ingesta de arroz que mi madre me proporcionó durante 20 años, vaya uno a saber con qué intenciones.



23 horas después (los médicos le erraron por una), Gonzalo murió, y su madre se apresuró a vender todos los órganos del difunto; que se encontraban en perfecto estado1






1Por si no lo saben, el arroz es un gran conservante, y ayuda a mantener los órganos fresquitos como una lechuga.

miércoles, 18 de febrero de 2009

El primero es por el saque

Así que no me juzgues, no te rías, ni te pongas ladilla si no llegaste a disfrutar.
Otras escuelas dicen que “el primero es masculino”. Puedo llegar a coincidir, dependiendo del día. Soy nuevito en el tema, por lo cual mis opiniones son tan ligeras como una veleta.
Y si llega a ser así, si el primero es el polvo egoísta; no jodas. Ya te va a llegar tu turno.
¿Qué hago mientras tanto? – dirás. Pones tu mejor cara de gozo (aunque fingido, no deja de excitar) y gimes como si la 5ª de Huracán Buceo estuviera usando tu cuerpo como recipiente para sus espermiogramas.

Todo llega. Pues en la lista, encontramos tu recompensa: “el segundo es para vos”. Que se puede llegar a nomenclar (en las relaciones de pareja o de pretendido y fingido amor) como “el segundo es para vos, mi vida”.
Ahí sí, disponte a disfrutar como perro (o como puto) con dos colas, pues estoy actuando de modo altruista. Ya evacué fluidos y podría acostarme a dormir tranquilamente. Pero me pongo el overall (y si es necesario – para darle un descanso al amigo- el casco minero) y trabajo para ti, como un servil individuo abocado a la causa de complacerte.

¿Listo? ¿Satisfecha? No, señorita. Nada de acostarse a dormir. Ahora dejame “jugar para la tribuna”. El tercero (si es que lo hay) es el llamado “polvo tribunero”. Es aquel que se concreta “para los amigos”. Hay que ser bien machito, eh! Y por más que suene contradictorio y los testículos estén como 2 aceitunas secas a esa altura, para concretarlo hay que tener mucho huevo.

Por último, como Mihanovich’s strawberry o frutilla de la torta, tenemos el intento de record personal. Después de realizar tamaño esfuerzo físico y mental, los únicos que pueden intentar alcanzar ese cuarto estadio, son aquellos seres con egos inversamente proporcionales al tamaño de sus falos en ese momento (si me dicen que la tienen grande en el cuarto polvo, son unos mentirosos de novela). Solo el narcisismo o la condición ególatra de un individuo (no manipulado genéticamente) pueden llevarlo a ir tras esa insalubre empresa. Con garra y corazón (el mismo que ya no quiere seguir bombeando sangre a las zonas pudorosas) intentan generar estímulos eróticos, para que los Usain Bolt de los espermatozoides abandonen su inmovilidad y vayan a por ese record.

Se han constatado casos de hombres que dicen haber acabado cinco, seis o hasta siete veces. Esos son los considerados “polvos pescadores”, que no tienen una sola gota (que inconveniente y asqueroso eufemismo) de veracidad. Son simples mentiras baratas para contar a los amigos.
Estudios han demostrado que quienes dicen haber llegado a esos “polvos pescadores”, en realidad no han tenido más que una maratón onanista frente al televisor o la pantalla de la pc.


M.S.P.
Ministerio de Salud Púbica.

lunes, 16 de febrero de 2009

Macramé en las cervicales

Tener pelos en la espalda, es como La Selva.
La Selva, es cosa seria.
Ergo...

No te voy a resolver este sencillo razonamiento deductivo. Como dijo D.J. (Dios Junior, el de barba y chanclas) “no te voy a dar los pescados, ni te voy a enseñar a pescar. Te regalo $100*, te vas al Mercado del Puerto y te comes una brótola al ajillo. Al fin y al cabo que me cuesta darte cien mangos, soy dios... sacá cuentas, viejita”.

Cómo decía, tener una plantación de vellos en la espalda no es moco de pavo.

- Este debe estar lleno de pelos en la espalda – dirá algún gil con pretendida perspicacia.

Pues claro que sí, idiota! ¿Por qué habría de escribir un texto que hablase de eso si no? ¿Qué te crees, nabo; que defiendo la causa de Gustavo Szczygielski? ¿Que vi una repetición del programa de Susana Giménez y sentí pena por la “familia mono”? No señor! Por si no lo has notado, esto es una catarsis personal en papel (pasada luego a Word – soy un purista, no me va a ganar el Openoffice ni el procesador de texto de Google Chrome - y subida aquí, previo pasaje por el corrector ortográfico), hablo de mis problemas y los camuflo con tonterías para que crean que soy un tipo feliz con la capacidad de reírse de sí mismo. Cuando en realidad soy un alma destrozada por ese camino de hebras capilares que no hacen más que afear** y deslucir** aún más este imperfecto organismo.

¿Afeitarme? Ni lo pienso. Hice eso con una “pelusa supra labial” a los 6 años, y antes de saber dividir entre 2 cifras ya tenía un bigote más tupido que Nietzsche (en esa época además de no saber hacer divisiones complejas, o diferenciar entre diptongo e hiato tampoco conocía la existencia de ese filósofo alemán)

No hay solución. Seguiré así.
Usando poleras en invierno, para no pasar frío durante la cruda estación.
Y polleras en verano, para que la gente mire lo ridículas y antiestéticas que son mis piernas y no repare en esos desorientados folículos capilares que copan mi espalda a pasos agigantados.







* Los precios no están actualizados. Solicite la carta con las tarifas vigentes.

** Que son sinónimos, pero son además tan lindos vocablos que me daba pena dejar uno afuera

domingo, 1 de febrero de 2009

"Te quedaba más lindo..."

Estoy cansado de escuchar esa frase. ¿Nunca satisfechos con el Gonzalo actual? Y sí, como leyeron; dije “satisfechos”, no “satisfechas”. Me cansé de reducir todo a las XX, apuesto a la estadística. Pero es que hoy, hasta los XY con elección sexual anti procreación me dicen lo mismo.
Pongámosle que en el caso de que ellos dijeran “que lindo estás hoy en día, botija” mi celibato continuaría (por gustarme solamente las féminas), pero mi autoestima se elevaría como cura brasilero atado a globos de helio.

No me mientan más. Cuando era un pequeño lampiño, flaco, cuasi terraja no me miraban. O en el caso de hacerlo, codeaban a quien los acompañara para reírse o poner caras de asco.
Luego, adopte una postura capilo-facial tirando más hacia lo metrosexual tupamarezco (barbita bien cuidada… desagradable a la vista ajena – y propia cuando me levantaba histérica- pero bien cuidada) y tampoco les gustó.

- Gonza, que feo que estás! Quedabas precioso sin barba
- Marta (nombre random que incluye a todas las que pronunciaron esa frase), que fea que estás! Quedabas mejor con himen!

Si quedaba “precioso sin barba”, entonces ¿por qué no copulaste conmigo? Golfa!


Tratando de complacerlas, pasé por setenta y seis etapas de metamorfosis. Ninguna las satisfizo. Hoy en día, no las necesito.
Aprendí a vivir sin coito.

Tengo Internet en casa.