jueves, 30 de abril de 2009

Viendo el mundo a través de otro cristal

No soy Osho, un psicólogo recién recibido, ni un poeta de poca, mediana o mucha monta (a éstos últimos no los distingo. Para mí, son la misma bosta*).

Veo el mundo, literalmente, con nuevos cristales.


Aburrido de esperar a tener el autobús a 2 metros para poder distinguir el destino y estirar tímida y rápidamente el brazo para que ese bólido de incómodas butacas no me convierta en la versión miope de Scioli; me decidí. Tenía que visitar un oculista.
- Oftalmólogo, pendejo bobo
- Ahh viejito rencoroso! Te quedaste con la espina, geronte esnob sensiblero. De todos modos, tienes razón. “Tenía que visitar un oftalmólogo

Junté todos los miedos, clichés, prejuicios y ansiedades; intenté neutralizarlas con un Aceprax, y partí raudo hacia la mutualista.
En la sala de espera, nervioso y sudando, como un mexicano resfriado en estos días, intenté memorizarme el orden de las letritas que minutos después, el especialista en disfunciones oculares me haría leer (de la más grande a la más chica) para determinar, que tan ridículas serían las gafas que engalanarían mi (ya de por sí antiestético) rostro.
Ahí recordé que mi memoria es pésima (un rato después me olvidé por completo de esto) y que jamás aprehendería esa sucesión de caracteres. Mucho menos aun, en los 15 minutos que me separaban del angustiante grito del profesional: “Número 5... Bagnasco, Gonzalo”

Me senté y estiré mi mano. Luego de 2 o 3 intentos encontré la del doctor y me aferré a ella con fuerza (esperando que con el dolor que le producía mi apretón, olvidara los dos esquivos ensayos previos).
Un examen para aquí, un ojo tapado para allá, una máquina por este lado, una linterna por el otro.
El exhaustivo y atemorizante análisis, había terminado.

- ¿Pueden ser de contacto, doctor? – pregunté esperanzado
- Probá – dijo sonriendo el malparido; mientras me daba 2 bolitas…


No soy el rey de la perspicacia, pero pude darme cuenta que el sorete de túnica, estaba mandándose el sarcasmo del año.
Lo miré fijo (aunque fuera de foco) y emprendí rápida retirada.

Desde ese día, sentí que la gente se burlaba de mí, que susurraban “Daredevil” cuando me veían pasar, que me dejaban el asiento para lisiados, compadeciéndose de mi casi nulo poder visual (después me di cuenta que a lo mejor lo hacían porque me falta una pierna, pero eso es algo de lo que hablaré en otro momento… más cerca del día Teletón; así tiene más punch).

Ya no me preocupo, no me interesa lo que digan de ese armatoste que con tanto esfuerzo mi caballete sostiene a diario.
Soy feliz. Me compré un ovejero alemán, que me acompaña a comprar cd’s de jazz.












* Defenestrar el género poético (especialmente hoy) no es políticamente correcto. Murió Idea Vilariño, y todos los viejos adictos a los mojitos de La Ronda, están de luto, comprando sus libros para “recordar” quién era esta gran poeta...
- Poetisa, viejo bobo.
- Sí, claro. Poetisa. Eso eso...

lunes, 27 de abril de 2009

Declárome "gordo onírico"

Si, soy un bulímico del sueño. Lo reconozco.

Como el obeso que disfruta sus milanesas con papas fritas a mediodía, pero segrega jugos gástricos no solo por el alimento que ingiere en ese momento, sino por estar pensando (entre bocado y bocado) qué cenara esa noche; yo, sueño con dormir.
Me acuesto para disfrutar de un agradable ratito con Don Morfeo, pero no hago otra cosa que pensar que eso terminará; pero que mañana, o en unas horas (cuando tengo la suerte de pegarme una siestita), estaré de nuevo acostado, sacando zetas de las orejas y babeando cual hijo varón de los Mazzini-Ferraz.
No es sano. No está bien. Pero es una adicción como tantas otras. La diferencia es que ésta (como la del café y el perfume Pibe’s) es una de las pocas que me animo a confesar públicamente.
¿Cuál es el problema? No es que duerma en abundancia. Todo lo contrario. Reposo mucho menos horas de las que cualquier médico, quiosquero o taxista, recomendaría. Y tampoco es que necesite dormir tanto más (porque con esos pequeños descansos “parpaderiles”, aguanto la extensa vigilia que se me viene. Soy como el Toto Da Silveira un domingo, pero sin torpes latiguillos, eh!).
Lo que otros ven como un problema (sobretodo mi esposa, cuando quiere acariciar los trabajadísimos trapecios que con tanto orgullo paseo sin remera por 18 de julio los días de calor), es para mí una simple y cotidiana reacción glandular. Veo una cama y se me hace agua la espalda.

- Pah, que ocurrente que sos, botija! Se me hace agua la … ja, ja, ja. Es como lo de la boca, pero… Fa! Que bueno que estuvo! - dirán

Lo siento, idiota. Lamento informarte que, aunque agradezco el voluntario mamadereo, no es ocurrencia alguna. Es pura y húmeda realidad.
Quizás los culpables sean los vellos para nada homónimos que engalanan mi espalda (de ellos pueden saber más aquí), quizás sea un don, que viene acompañado de una gran responsabilidad (aunque aún no haya desentrañado el beneficio de ese “don”, ni el compromiso que éste trae consigo).
No lo se. Por lo pronto busco soluciones y no respuestas. De los “por qué”, han de encargarse los médicos (o mi mujer. Es ella la que tiene arcadas cada vez que acaricia mi insomne e inundado dorso). Yo no me preocupo. Llevando una toallita de mano en el morral, que haga las veces de dique para ese río de agua salada que emana de mis poros, estoy más tranquilo y feliz que las gordas de los comerciales de Jorge Hané.

sábado, 25 de abril de 2009

Gustos Pasteles

Gracias a DiOs no soy famoso (como notarán, no puedo decidir si nombrar a esa deidad – que quizás exista, quizás no- con mayúsculas o minúsculas). Digo que menos mal que no soy estoy en la palestra, no por miedo al escarnio popular después de mis conflictivas declaraciones en el programa de Puglia, sino porque de ser sometido a un ping pong de preguntas y respuestas, no sabría que contestar.

- Tontito, el ping pong de preguntas es lo más fácil que hay. Es lo uno o lo otro. No hay términos medios.

Justamente, es eso lo que me aterra. Soy el tipo más indeciso del mundo (conozco otra persona con mayores dificultades para discernir, pero no es hombre… o al menos no lo parece). No tengo opiniones formadas, dictámenes definidos o doctrinas fuertes y bien cimentadas. En conclusión, tengo gustos y opiniones pasteles.
No. No soy el cantante de calle 13. No meto una referencia culinaria en cada texto, así dejen de buscar un significado de subtitulo de película yankee a la palabra “pastel”. Tómese ésta como adjetivo.
Mis gustos son pasteles, livianitos, mezclados, estirados, aguachentos… ¿Se entiende?
Soy una veleta, o una velita (de esas que le meten en el culo a los bebes para que caguen sin drama, la metes por ahí y que vaya para donde le parezca). Mi opinión va para donde menos moleste, mis gustos siguen la multitud, mis decisiones no distan de las del grueso social. Soy el mainstream hecho persona.

Esto me ha evitado problemas varios, pero no me ha regalado más que una vida de mediocridad y ostracismo.
Es por esta razón que hoy decido cambiar. Salgo del cascarón, con una esquela que dice “gracias por todo, pero es mi momento de vivir, puto” abandono el capullo y vuelo cual mariposa de invierno (que el cambio arranque bien, haber dicho “mariposa de primavera” no significaba riesgo alguno), me la juego eh… Sin miedo, arriesgándome a la condena social, y a sabiendas de estar corriendo un riesgo mayúsculo al confesar sin miedo mis más profundos secretos, lo digo:


Tengo todos los discos de Alejandro Lerner.

miércoles, 22 de abril de 2009

Punkie de la literatura

No me quiero casar con J.K. Rowling ni con Corin Tellado.
Con la primera no, porque tiene nombre de hombrecito. Con la segunda tampoco, porque la necrofilia ya no está de moda.
A lo que voy es que no pretendo contraer matrimonio con ... (Esperá, Gonzalo. Aclará lo medular y después seguis)
A lo que voy es que no pretendo contraer matrimonio. PUNTO. (ahí va)
Pero en caso de hacerlo, no pido una enferma de la lingüística, una Julia César Gard de las oraciones subjuntivas, una groupie de la R.A.E., una... (ta, pibe. creo que se entendió el concepto). Mas prefiero una afectadita de esta calaña, antes que entrar al 'altar'* con una punkie de la literatura.
No me preguntes a qué me refiero con punkie de la literatura, porque es de los conceptos más simples de comprender de todos los que andan pululando por la World Wide Web.

Anarco de las palabras, ni siquiera intentes acercarte a mí.
Che Guevara de la facundia, no tenes chances.
Hereje de la dialéctica, no eres digna de obtener mi amor.


- Gonza, tu retórica obsesión está llegando a niveles insanos
- Mi colesterol y mis trigliceridos también... y por ello, ustedes nunca se preocuparon.






*(porque no querré dar el sí, pero en caso de hacerlo, que sea con todos los chiches. Iglesia, cura, vals, arroz y lambada en la mitad de la fiesta)

Regla de tres (brief)

Si cada "Seguidor" me manda U$S100, me compro un auto

martes, 7 de abril de 2009

De cómo el mundo comenzaba a rendirse a mis pies

Lo merecía. El pibe sabía que era así.
Sus versos eran muy buenos, su prosa mejor aún.

Que gran escritor, la pucha! - se decía todas las mañanas frente al espejo

Imaginaba a diario el reconocimiento de una ilustrada multitud, que con bombos y platillos (al son de "La vida es un carnaval" - porque además de bueno en las letras, movía las caderas con envidiable frenesí cada vez que escuchaba a Celia) venía a saludarlo.


Con la verborragia de un Saramago, la poliglotía de un Bioy Casares, el sinismo de un Groucho Marx, y la demencia de un Quiroga cualquiera; él, se quitó la vida al ver que esa turba de ardientes barrabravas literatos no venían a dedicarle loas a otro mas que su odiado vecino de puerta.


A Jorge, que vivió en el 4C hasta hace una semana, le dedico este post. Eras bueno pibe. Pero no tanto como yo.

Otros alimentan mi megalomanía



Gracias a la gentusa de BLOGS NUEVOS PUNTO COM