martes, 18 de mayo de 2010

No me salva ni Ibáñez (el oriundo de Frankfurt)

Me encantaría que las enfermedades a las que últimamente se les ha dado por fagocitar mi delicado organismo, fueran un simple producto de mi imaginación, para poder entonces escribir un libro y titularlo “Diario de un hipocondríaco” - siempre me gustó ese nombre.

También soñé alguna vez con dirigir la película “Días de Sida”, pero ahí no sé si me gustaría tanto que el guión sea autobiográfico.

Lo cierto es que de un tiempo a esta parte, o a los virus les han dado ración de engorde y entran a mi cuerpo haciendo un scrum, o mis defensas se vieron feas en el espejo y se me volvieron unas malditas anoréxicas; ya que las encargadas de detener a aquellos que quieren dañarme, oponen menos resistencia que el “¿Qué pretende usted de mí?” de la señora Isabel.

Soy el predio municipal cedido a los gérmenes sin techo. Y los muy tontos, en lugar de cuidar a aquel que les da refugio, lo hacen mierda.
Prefieren la vida nómada, a establecerse y armar un lindo hogar para sus hijos y nietos.
Yo no me quejo. Si es lo que me toca en (abro comillas) suerte (cierro comillas), acepto ser el caldo de cultivo de nuevas bacterias y potentes virus, pero tengan códigos.
Mantengan el hábitat en orden, o al menos, vivo.

Me están matando. Están generando daños irreversibles en mi cuerpecito. Mi sistema inmunológico ya no se arregla ni con una zambullida en Actimel.

Es cierto, no soy muy joven para morir (más aún teniendo en cuenta que mi hermanito falleció a los seis años, razón por la cual, que yo pase a mejor vida a los veintitrés no sería un trauma difícil de llevar para mi familia – o al menos, para lo que queda de ella), pero no he vivido lo suficiente.

Tengo miedo, y sólo quiero garcoachim salomtino arbum

- ¿Qué haces? ¿Qué pones?
- Es que no entendí esta última frase. ¿Qué dijo?
- No se. Yo tampoco entendí. Pero “garcoachim salomtino arbum” no es nada. Borra eso, dejalo descansar, y esperemos a que se despierte para preguntarle que fue lo que quiso decir.
- Pobrecito. Miralo como se le cae la baba. Dejame limpiarlo.
- Hey, hey. Ubicate. Que acá la enfermera soy yo. Dedicate a transcribir lo que dice el pobrecito, que para eso te pagan.
- Pero…
- Pero nada. ¡Jodete, Marta! Mamá te advirtió. “¿Por qué no estudias enfermería, como tu hermana?” … “No, no. Yo quiero ser mecanógrafa”. Ahora, ajo y agua.

9 comentarios:

  1. Mire, compañero, a usted lo que le hace falta es cambiar de aires. NO, de esos tipos de aire no.
    Véngase a Rosario que lo llevo a la Zona Roja. Ahí si que se va a pescar unos gérmenes del tamaño de una sándia (si, con acento en la a).

    ResponderEliminar
  2. Usted y sus metáforas..siempre haciendo de su cuerpo un edificio.
    Digno de admirar.
    Y déjeme decirle que debo felicitar al arquitecto :P

    Que se mejore, Señor del bigote.
    Que siempre se puede estar peor.
    Saludetes varios.

    Ado.

    ResponderEliminar
  3. PD: En cuanto a
    http://adolescente-soy.blogspot.com/2010/05/las-cosas-cambian.html

    "ya te dijeron sudaca?"

    Así mismo no, una señora me dijo cabrona, y que no confiaba en "gente como yo", además de creer que gano 50€ por comisión.
    Y la verdad... con lo último que me dijo me dio más gracia que bronca. Entre otras cosas, por ahora no se han zarpado...

    ResponderEliminar
  4. ADENOZ: nunca pagué por sexo. no por convencimiento, filosofía antichango o bobadas de esas. por amarrete nomas

    Adolescente: Atijas - Weiss un poroto al lado de los que hicieron este monumento.

    ResponderEliminar
  5. Pero no, Pascual.
    No vas a pagar nada.
    Yo invito.

    ResponderEliminar
  6. "garcoachim salomtino arbum"
    jajajaja!

    :)

    ResponderEliminar
  7. jaja espero que nunca me pelee, y espero que nunca tenga que cerrar el blog! jaja te mando un beso.

    ResponderEliminar
  8. Siempre así tan irónico.. Tenemos que hablar por MSN che. Estuve tan jodida de pruebas esta semana que no pude ni charlar con mi almohada. Heavy. Besos señor bigote.

    ResponderEliminar