Ya nos tenía podridos. Todos los recreos lo mismo.
El bravucón se aprovechaba de su robusta complexión y su inalcanzable altura para mantenernos atemorizados.
Era un gigante, un hombre con pelos en las piernas, un tirano que nos sacaba dos cabezas a todos, y como era de suponerse, un repetidor de larga data.
Catorce años y todavía estaba aprendiendo a hacer operaciones básicas.
Ningún coetáneo se había atrevido antes a enfrentarse al abusivo, hasta aquel día en que Gutiérrez se cansó.
Cuando el déspota que nos llevaba seis años, dos cabezas y varias entradas al reformatorio dijo que iba al baño, Gutiérrez cerró la puerta del salón y nos reunió a todos para contarnos lo que iba a hacer.
Era una despedida. Sabíamos que se venía algo grande y que el rápido discurso que dio (apurándose para terminar antes que nuestro Gulliver regresara) era una especie de testamento oral. Una última voluntad gritada a los cuatro vientos para ser recordado en caso de que algo malo le sucediera. Y así fue.
Pasó al frente, mandó a la maestra (mujer a la que también amedrentaba el gigante) a su pupitre y dijo:
- Estoy cansado de los abusos del Richar’. Todos los días robándonos la merienda, quitándonos el dinero de la mesada, pegándonos por diversión o cambiando el nombre de nuestras tareas domiciliarias por el suyo para llevarse todo el crédito.
- Y eso entre tantas otras atrocidades – grité desde mi asiento, convencido de estar haciendo un aporte importante.
- Por eso compañeros – continuó Gutiérrez sin siquiera mirarme – es que hoy voy a enfrentarme a él, y nada ni nadie me lo va a impedir.
A ninguno de nosotros se nos había siquiera cruzado la idea de intentar frenar su impulso libertador. En primer lugar porque si su plan salía bien, estaríamos salvados de las diarias torturas del Richar’, y en segundo término porque Gutiérrez tampoco era de los que nos caía mejor.
Y así fue que, cuando el enorme mastodonte que ya sabía lo que era eyacular entró a la clase, Gutiérrez le quedó mirando fijo. El ogro aplasta cabezas clavó sus desorbitados ojos en los de Gutiérrez y con la voz más gruesa que las pantorrillas de Natalie Kriz sentenció: “¿Qué mirás, imbécil? ¡Sentáte!”
Gutierrez respiró hondo, nos miró intentando coger valor, puso los brazos en jarro y de frente al Richar’ respondió:
- ¡Vos no sos ni mi madre, ni mi padre para venir a decirme lo que tengo que hacer!
Creo que el “que hacer” no se llegó a escuchar, porque ya tenía en sus bruces el puño cerrado del bestial hombre de túnica que cerraba la fila de la clase.
Gutiérrez en esa época estaba cambiando los dientes de leche y tenía un par de buracos en el teclado, pero después de recibir tamaña trompada del Richar’ estoy seguro que se hizo rico, por la fortuna que le ha de haber dejado el ratón Pérez esa noche.
Nunca más vimos a Gutiérrez. La maestra dijo que los padres pidieron el pase y se fue a terminar sus estudios en una escuela de Casupá.
Nosotros seguimos sometidos por el Richar’ varios años más, pero el recuerdo de aquel acto heroico nos animaba a intentar refrenar ese cotidiano embate, haciendo nuestras las palabras del pequeño desdentado.
Todavía recuerdo como Mauro - el lindo de la clase, que vivía sólo con su papá porque la madre había fallecido en el parto – un par de años después de la partida de Gutiérrez, lo parafraseaba, cuando el Richar’ realizaba una de sus maldades preferidas en el recreo:
- ¡Quedate quieto, imbécil! – ordenaba el Richar’
Y Maurito, girando la cabeza, para mirarlo a los ojos, como supo hacer alguna vez Gutiérrez, respondía indignado:
- ¡Vos no sos ni mi padre, ni mi tío para venir a decirme que me quede quieto mientras me violás!
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"nos miró intentando coger valor" no entendí, je.
ResponderEliminarJaaaaaaaaajajajajajajajajaja es genial este es geeeeeeenial!!!!!!!! Me siento re identificada con este texto además, yo que estoy como profesora no dudo que esto algún día me llegue a pasar...bueno, en realidad hay alguna que otra fichita... sin ir más lejos el otro sábado una de mis colegas me dijo que se sentía mal y si no le cubría el día...le dije que sí, obvio (hoy por ti, mañana, pasado, tras pasado y los demás que quedan por MÍ, entonces entré a uno de los primeros...obviamente yo les dije al instante si había entrado a 1°6 o al zoo municipal porque parecían animalitos...no se calmaban y opté por mirar fijo a uno de los payasitos, el cual me respondió "qué miras bo".. quéeee miras boooo a florenciaaaaa nooooo oihcasidihasdhsadsadhsah
ResponderEliminarCada día vienen peores los niños .. te digo que en otra época si uno se portaba mal le daban una palmada y se quedaban quieto. Ahora haces algo fuera de lugar y te mandan al psicoanalista, a que te revisen la motricidad y si la maestra te toca la encierran en la cárcel por abuso de menores. Pero no se hasta que punto una palmadita de vez en cuando no les vendría bien a más de uno...
ResponderEliminarLOL! este texto está buenísimo!
ResponderEliminarBien lo dijo la Marengo:
ResponderEliminar"A éstos.. o se los mata de chicos, o se los discrimina de grades"...
Y rematando con un Karina Olga adjunto..
"Te lo dejo a tu criterio"
Saldos Bigote .
Por suerte nunca me choque con un pendejo asi. Si no, era una mas de las que se quedaba calladita, igual...
ResponderEliminarEl primer día en colegio nuevo tuve la mala idea de hacerle una preguntonta a uno que depués resultó que era el Richar' de mi colegio (o el Nelson en Los Simpsons). 3 años más tenía. Y hasta a los de su clase usaban doble calzón por su culpa.
ResponderEliminarCuando me tomó el pelo, no tuve mejor idea que enfrentarlo. Creo que igual se apiadó de mí y todos aplaudimos el detalle. Bueno, en realidad sólo él aplaudio.... contra mi cara.
Estoy en esa hora de los martes en que entro a tu blog y me digo "deberia hacerle un banner un poco mejor".
ResponderEliminarBuenísimo el relato (claro, porque no me tocó a mí).
ResponderEliminarLas víctimas de los "Richares" actuales pueden organizar una contraofensiva por féisbuc con las ceibalitas (o lapidarlo con ellas!)
jaja salado el Richar muy gracioso. El de mi escuela se llamaba Dardo!
ResponderEliminarSalado tambien el comentario que cita a rocío marengo (¿?), la infradotada de marengo se refería a los pobres cuando decía que hay que matarlos de chiquitos... nunca me pareció gracioso.
Claro, las series y películas que cuentan esta historia pero donde el más fuerte recibe su merecido son mentiras. En mi grado también pasó, pero el que se le atrevió al grandulón lo quiso madrugar, le pegó la primera piña y le voló los anteojos, el grandote tranquilo los fue a buscar, los guardó y después le sacudió de lo lindo, jaja.
ResponderEliminarJajajajaja
ResponderEliminarcuando me quise hacer la rebelde el gordito me encajó una piña en la panza...
Lección aprendida!
Buena sorpresa me ha dado encontrarme con tu blog. Me gustó la historia y sobretodo la forma en que la escribiste, hablas con una sencillez y con un humor "costumbrista" que está muy bueno.
ResponderEliminarApuesto unos pesos a que te gusta escuchar a Darwin Desbocatti.
Florencia: Parece que finalmente has encontrado tu némesis
ResponderEliminarNaio: A mí nunca me pegaron, y mirá como salí.
Luceey: No podría estar más de acuerdo.
Georgina: Y después me vienen a hablar de Nietszche...
Nati: Somos dos.
Franco: En aquella época las denuncias y los reformatorios no eran moneda corriente
Zero: Deberías. Espero.
Andal: Que conste que fue ella, eh! Yo no tengo nada que ver con sus declaraciones.
Aurora: Ya nada me sorprende de esa fauna (ni de los abusivos, ni de los nuevos changos mediáticos)
Tomás: Son invencibles
TSE-SET: Idem comentario anterior
JuanT: ¡Tenemos un ganador!
Me levanto de mi silla, y te aplaudo. Genial tu entrada, bigotón.
ResponderEliminarCreo que la calificacion mas apropiada para este relato seria "bigote pa'arriba", pero temo pecar de poco original.
ResponderEliminarAgradesco enormemente al destino, educacion privada, suerte, o lo que fuere, pero nunca tuve un "Richar" en mi clase. Tal vez alguno que se queria hacer el loquito, pero por ser relativamente de nuestra edad, tarde o temprano se resolvia el asunto.
Leyendo los "testimonios", veo que nadie fue un "Richar". ¿Por que? ¿No existen los Richar reformados y arrepentidos?
Felicitaciones por el blog, me encantó. Esta es la segunda vez que posteo un comentario en esta entrada de blog, pero se ve que le erré en algo.
ResponderEliminarEn mi escuela estaba llena de Richar's , imaginate que en plena aduana y en la educación pública la escuelita era toda una selva. Igual si bien nunca me dió el cuero para enfrentarme como Gutiérrez, me acuerdo que me vengué tirano una madera con clavos a los pies del Richar' del momento mientras jugaba a la mancha. No nos salvó por mucho tiempo pero estuvo tres días en la casa con la pata rota... algo es algo.
Honor Honor al gran Gutierrez!
ResponderEliminarAhora, creeme que es peor tener un bully mujer!
Es gracioso que me puede acordar el apellido de la mayoria de mis compañeros de la primaria/secundaria, pero a muy pocos sus nombres!
es que los comics, los ibros y las peliculas se equivocan.
ResponderEliminarlos malos SIEMPRE ganan.
A mi me dijeron que son presupuestados de la escuela, para hacernos superarnos a nosotros mismos con el "por lo menos no soy como él". para mi que lo tendrían que blanquear, Así seguro les dan el 6%
ResponderEliminardivertida la historia y unos mantecas gutiérrez y todos los demás, de última tenían que aguantar solo un años más porque a los 15 ya le daban el raje al richar', por más burro que fuera
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